miércoles, 17 de diciembre de 2014

Día 3: explorando el el entorno de la "Gran Isla"

Un curioso despertar...

Amanecer en Vlicho.
Debían ser en torno a las 8:00 de la mañana. Dado que en junio los días son largos ya había amanecido y el sol comenzaba a calentar el entorno. No había prisa. El plan previsto no exigía rigidez de horario para salir pronto. Era la situación ideal para coger un segundo sueño y añadir al menos una hora y media más en el camarote... Todo estaba en calma, no hacía viento y la bahía de Vlicho estaba como un espejo. Esporádicamente se escuchaba el molinete de algún barco levando anclas para marcharse (si se navega, será el sonido que más escuches en Grecia). En fin una situación plácida para un domingo de vacaciones. Pero era domingo, y los domingos hay misa.

 En varias ocasiones había visto altavoces en los campanarios de las iglesias ortodoxas. Ahora iba a comprobar para qué se utilizaban.

De repente comenzó una cantinela continua. Era un discurso de letanía en el que de vez en cuando se iban intercalando cánticos. Además, por si todo esto no era suficiente, cada cierto tiempo había un volteo de campanas. Era la retransmisión de la misa a través de los altavoces de la iglesia y como Vlicho es una ensenada encerrada por montes la misa se escuchaba con toda claridad. Y además era larga. En cierta manera me recordaba a la llamada a la oración de los países musulmanes. Así que fin de la última hora de sueño placentero y salida a disfrutar de la mañana que tampoco era una mala alternativa. Ya habría tiempo de dormir en otra ocasión.

Dado que el resto de la tripulación continuaba dormitando, no dormían porque la misa se hacía sentir, me dediqué a estudiar un poco la ruta y el plan de navegación, todo ello mientras contemplaba la mañana y escuchaba la misa. Comenzaba la sensación de desconexión con la realidad cotidiana gracias al paisaje, la tranquilidad, los sonidos... En fin, una delicia.

Rumbo al mar

El programa del día era sencillísimo: relajación total. Explorar navegando léntamente la costa sur de Skorpios y Meganisi. Pasar la mañana en el mar, comer en una de las calas de la costa norte de Meganisi y después de comer pasar la tarde dando un paseo por algún pueblo cercano y llenar el tanque de agua. En fin un plan de vacaciones en un día que presentaba un aspecto formidable.

Así que levamos ancla, y fuimos navegando perezosamente hacia el mar. ¿Por qué la cadena estaba tan sucia? ¿porqué la proa estaba tan grisácea? La respuesta la tuvimos cuando al subir el ancla remolcó consigo un considerable pedazo de cieno del fondo. No cabía duda de que el ancla había agarrado bien en el fango y costó algo quitar ese cieno pegajoso del ancla. La verdad que ese fondeadero debe estar utilizándose desde tiempos de Ulises, y los sedimentos se van acumulando siglo tras siglo. Pero nada que no pudiese solucionarse.

Sorteando los barco fondeados y diciendo adiós a Vlicho pusimos rumbo al canal que separa Skorpios y Meganisi. El Jónico nos recibió bien de nuevo, con calma total y el mar como un lago. De nuevo los recuerdos de aquellas navegaciones por los embalses de Madrid. Las islas del jónico, como las orillas de los embalses, están llenas de pinos. La diferencia, la gran diferencia, es que aquí la profundidad es mucho mayor, y el agua muestra un azul intenso que hace de esta zona de navegación algo único. Además, las islas están cerca unas de otras y todo es sencillo.

Con esta perspectiva y recuerdo comenzamos a navegar por la costa sur de Skorpios. Skorpios es una isla que por sí misma no tiene nada en particular, pero es posiblemente con Ítaca la isla más famosa de esta parte del Jónico. El motivo es bien conocido; el haber sido la isla de Aristóteles Onassis. Hoy ya no lo es. Pertenece a un millonario ruso que se la compró a su hija. Por las fechas en las que navegábamos por allí pudimos ver atracado en el que fuera muelle del Cristina un moderno megayate. Al parecer la hija del magnate había celebrado recientemente una fiesta en la isla y se estaban acometiendo obras de remodelación.

No es posible desembarcar en la isla, aunque nada impide echar el ancla en su costa. No teníamos intención de hacerlo, pero por curiosidad nos acercamos a la isla y pudimos apreciar como efectívamente estaba vigilada y como las calas más atractivas estaban rodeadas por boyas, de tal manera que si uno quiere echar el ancla lo tendría que hacer a una profundidad considerable. Desde el mar la isla es bonita. Al parecer Onassis la quitó un poco su aire silvestre y la "ajardinó" y hoy, entre los pinos se pueden apreciar otras especies de árboles que rompen la uniformidad del paisaje. Después de recorrer la costa sur, decidimos que era un buen momento para tomar un baño y navegar léntamente mientras tomábamos el sol. El viento, haciendo quizá homenaje a las decenas de ingleses que navegaban por la zona, llegó con puntualidad británica y una suave brisa comenzó a soplar salpicando el paisaje de velas.

Hay que tener precaución al navegar por este canal entre Skorpios y Meganisi pues en su parte central hay una piedra sumergida, así que atentos a la carta, derroteros y GPS. No se ve nada de nada. Doy fe.

Navegando al sur de Skorpios
Pusimos rumbo a la parte norte de Meganisi, probando cómo navegaba el Pterelaos con más vueltas de lo habitual haciendo rugir sus casi 600 CV. Si uno observa un mapa de Meganisi, verá que en la costa noreste hay unos entrantes que forman unas atractivas calas. Fué ahí hacia donde nos dirigimos para comenzar los preparativos de la comida, que haríamos anclados con un cabo a tierra. Realizamos la maniobra con las precauciones necesarias y comprobando de nuevo que hay que echar una generosa cantidad de metros de cadena para que todo salga bien a la primera. El resultado es que el barco queda cerca de la costa, en la estrecha franja de costa donde el fondo se aprecia con toda nitidez. La comida transcurre con toda tranquilidad (con un poco de lucha contra la moscas de Meganisi, que al estar cerca de tierra se invitan a todos los festines).

Después de baños y un breve sestear el tiempo se nubla y el día se oscurece... Dado que necesitábamos llenar el barco de agua, habíamos decido que esa noche la pasaríamos en Odyseas Marina, un puerto deportivo que está también al norte de Meganisi. De paso aprovecharíamos las duchas y servicios del puerto. Como el tiempo había cambiado los barcos de la bahía comenzaban a levar anclas con premura y dado que en Grecia es conveniente llegar a los puertos entre las cuatro y las cinco para coger sitio, nosotros hicimos lo mismo con más calma, dado que disponiamos de la ventaja que nos daba el motor por si era necesario adelantarnos. Pero el puerto estaba muy cerca y llegamos rápidamente a Vathí que es donde se encuentra la Marina.

Vathí tiene dos puertos. La Marina, que está más cerca viniendo del mar y el puerto antiguo, muy pequeño y al que ya vimos atracados los mástiles de una flotilla de veleros y los barcos de pesca de la zona. Llamamos por radio  (Canal 72 en 2014) y solicitamos amarre. Pronto nos contestaron, vimos a alguien haciendo señales desde el muelle y atracamos utilizando las guías sin utilizar el ancla. La jornada de navegación había terminado y comenzaba la jornada turística.

Odyseas Marina

Odyseas Marina (2014)
Nos gustó esta Marina. Los encargado de atender a los barcos eran muy amables, los trámites se hicieron rápidamente y nos mostraron todos los servicios que ofrecían, indicándonos dónde estaban las oficinas, el bar y las duchas. Todo en orden. El precio de una noche en la Marina fue de unos 25 euros (2014). Para más información sobre la marina, pincha el siguiente enlace y te llevará a la web del puerto.

Después de ordenar el barco y dejar toda la burocracia solucionada tocaba tomar una copa en la terraza de la Marina, un bar con estilo chill out con vistas a la bahía de Vathí, bahía que poco a poco se fue llenando de ingleses, que con diferencia son los navegantes mayoritarios por estas aguas (más incluso que los griegos). Después ducha, paseo por el pueblo y cena en la taverna Stavros adornada con todo tipo de banderas de empresas de chárter. Al entrar la clásica conversación:

.- Italians?
.- No, Spanish...
.-Ah, Real Madrid, Barcelona?
.-Real Madrid, Atlético de Madrid y Deportivo de la Coruña...
El fútbol, otro idioma internacional...

El restaurante es recomendable, pues la comida era sabrosa y fresca. Al preguntar si el pescado era fresco, nos llevaron a la cocina para que comprobáramos lo que tenían fresco y congelado. Nos invitaron a cerezas de la zona y degustamos pescado y yogurt con miel.  Esa tarde cayó la tormenta que llevaba amenazando todo el día. Truenos y un copioso chubasco que dejaron el ambiente fresco.

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